martes, 10 de noviembre de 2015

Daños colaterales

Supongo, que cuando somos los actores principales de la historia, tendemos asumir el papel de tal modo que, todos los que nos rodean pasan a ser actores secundarios y no le damos la importancia del trabajo que desarrollan. En una sociedad hipócrita y con valores de cara a la galería, nos rasgamos las vestiduras al ver noticias en los medios, colocamos lacitos de colores según el día, semana o mes en nuestros perfiles de whatsapp, facebook, twitter, o cualquier otra de las mil redes sociales en las que interactuamos. Y estamos en contra de cualquier tipo de maltrato, en contra de todo lo que vemos en las noticias de esta sociedad, pero...en contra de lo que vemos en los medios. Y somos muy solidarios, porque todos nos ponemos el lazo del color que toca, según ocasión, e incluso y haciendo un esfuerzo un poco mayor hasta corremos, andamos o paseamos en cualquier carrera que a favor de...se organice. Tal vez, Gilda con los años se esté haciendo un poco más insoportable, y puede ser. Pero no quiero quedarme con palabras y sentimientos corrompidos dentro de mí, que luego mi organismo me pasa factura. Recuerdo una y otra vez la dichosa frase de “no estás sola”, “denuncia”, “no tengas miedo”. ¿Preciosas, verdad? La triste realidad es, que si estás sola, y más que nunca, que no funciona el protocolo y tampoco el alrededor. Que si te encuentras con una situación complicada miras hacia el otro lado, cruzas de acera, y piensas en una pareja es mejor no meterse. -Habrá que conocer las dos versiones. -Es que también ella es para darle de comer aparte. -Hombre, no creo yo que por decir lo que piensa de su ropa ya sea…. -Pues yo a él le conozco y es encantador. ¿A alguien le suenan estas frases? Pero, después nos echamos las manos a la cabeza, bajamos la mirada y decimos, pues yo no creí que esto fuera acabar así. Y si es verdad que encuentran personas en sus caminos, que al principio puede ser que quieran estar ahí, pero es muy complicado. La sombra de aquel que te dejó la autoestima en el subsuelo de tu interior, el miedo a que se repita y las reacciones inexplicables incluso a las muestras de cariño, no son fáciles de llevar para aquellos que no han vivido nunca esta situación. Y todo, absolutamente todo tiene su por qué, y la palabra es miedo. Cuando se denuncia, la pesadilla no acaba, mas bien diría yo que se acrecienta. Has acorralado a la bestia y eso no le gusta. Le estás poniendo en una situación muy incómoda y su ira crece. El peligro se acentúa, y ahí entra también que se acentúa para los que conviven contigo. El acoso se hace más sutil pero el desgaste emocional es aún mayor. Has dejado tu casa, tu población e incluso tu trabajo, intentas salir adelante y que a tus hijos no les falte de nada. Y solicitar ayudas se convierte en un sin fin de papeleos. Y tu miedo ya no es por ti sólo, sino por los que a tu alrededor están, y eso tampoco lo entienden. No se cual es la solución, pero si quería dejar constancia de ello. Pasan los años y no veo luz,sólo se que cada vez que reaparece siento que mi cuerpo se estremece y no pienso sólo en mi sino en lo que me acompaña y eso,eso si es lo que me mata.

1 comentarios:

Bubo dijo...

Acabo de leer una noticia. Están juzgando al asesino de la directora del museo de Nerja. Aquí, en Cordoba, la noticia fue muy difundida, los dos eran cordobeses. La vergüenza llena a los de los alrededores, así que imagino que el miedo es mucho peor. Muchísimo peor.